
Doña Ana pertenecía a una de las familias castellanas más poderosas de la época: los Mendoza. Hija única del matrimonio entre don Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda, virrey de Aragón y también de Cataluña, y doña Catalina de Silva, se casó a la edad de doce años (1552) con Ruy Gómez de Silva, por recomendación del príncipe Felipe, futuro Felipe II; su marido era príncipe de Éboli (ciudad ubicada en el Reino de Nápoles) y ministro del rey. Los compromisos de Ruy motivaron su presencia en Inglaterra por lo que los cinco primeros años de matrimonio, apenas estuvieron tres meses los cónyuges juntos.
Fue una de las mujeres de más talento de su época, y aunque perdió un ojo a causa de un entrenamiento de esgrima, se la estimaba como una de las damas más hermosas de la corte española. Entre las teorías que se barajan sobre la pérdida de su ojo derecho, la más respaldada es la que asegura que la princesa fue dañada por la punta de un florete manejado por un paje durante su infancia. Pero este dato no es claro, quizá no fuese tuerta sino bizca, aunque hay pocos datos que mencionen dicho defecto físico. En cualquier caso, su defecto no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, y ejerció una gran influencia en la corte.
Tuvo diez hijos:
- Diego (c.1558-1563)
- Ana de Silva y Mendoza (1560-1610), mujer de Alonso Pérez de Guzmán el Bueno y Zúñiga, VII duque de Medina-Sidonia.
- Rodrigo de Silva y Mendoza (1562-1596)
- Pedro de Silva y Mendoza (c. 1563): Muerto de niño.
- Diego de Silva y Mendoza (1564-1630)
- Ruy de Silva y Mendoza (1565-¿?)
- Fernando de Silva y Mendoza, luego Fray Pedro González de Mendoza, (1570-1639)
- María de Mendoza y María de Silva (c. 1570): gemelas o mellizas, muertas de niñas.
- Ana de Silva y Mendoza (1573 - 1614)
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